La medicina moderna no considera que la enfermedad tenga un “propósito”, sino que la define como un defecto que se debe reparar. En general, un propósito no es un concepto que sea parte de la ciencia moderna, pues se cree que el “propósito” es un aspecto de la conciencia. Los procesos naturales, fisiológicos y de la salud se consideran como puramente químicos o mecánicos además de que carecen del aspecto de conciencia.
El propósito se relaciona frecuentemente con un objetivo, un blanco, algo que en el futuro tendrá un efecto sobre las cosas del presente. No obstante, la ciencia ha limitado su visión del mundo a un concepto de “causa” que SIEMPRE aparece antes del efecto, esto es, en el pasado.
La medicina tiene varios conceptos de causa, todos ellos basados en sucesos pasados, por ejemplo: virus, toxinas, malos hábitos en el estilo de vida, predisposición genética. La medicina holística no es diferente en este sentido, pues detecta suplementos faltantes, traumas en la infancia, traumas en las vidas pasadas, líneas de agua, constelaciones negativas en el nacimiento. Todas las anteriores son causas que están exclusivamente en el pasado.
Los enfoques kármicos o espiritistas hacia la enfermedad tampoco son distintos: haces algo en el pasado y ahora debes pagar por ello con una enfermedad. Lo mismo ocurre con los puntos de vista que quieren encontrar algún mensaje en los síntomas, es decir, encontrar un motivo o causa en el pasado, por ejemplo: no querer escuchar algo ocasiona la necesidad de padecer zumbido de oídos; evitar vivir tu lado femenino produce “cáncer de mama”, etc. Existe cualquier cantidad de causas inventadas para justificar la enfermedad.
CoRe tiene un nuevo enfoque que es más práctico y se basa en menor grado en el juego común de culpar-explicar. En el mundo CoRe, la inercia o el momento es la ley o el principio central de los mundos físico, energético e informativo. Si el espíritu o la conciencia no interfieren, la inercia tendrá la ventaja debido a esta ley. La inercia, a la que usualmente me refiero como estancamiento, se muestra en infinidad de formas.
En lo que respecta al aspecto informativo, lo anterior se expresa en nuestra tendencia y deseo de tener reglas, estructuras, patrones, protocolos, fórmulas, recetas. Necesitamos títulos, creemos en la certificación, las autoridades, el gobierno- en fin, todos esos conceptos que no existen para un niño, pero que son formas de estancamiento informativo que adquieren las personas mayores.
Si se analiza a partir del nivel del estilo de vida, esta fuerza se expresa como incontables hábitos y adicciones que creamos conforme va pasando el tiempo. Nos enseñan a obtener más y más estabilidad en nuestra vida con la ayuda de seguros, una casa y un domicilio estable, con el mismo trabajo siempre.
Desde un nivel físico, se expresa con más obviedad en forma de parálisis, rigidez, mal de Parkinson y tics nerviosos. En el ámbito energético, se traduce en fatiga, insomnio, frialdad. En la parte informativa, se manifiesta a través de deficiencia inmunológica, alergias, déficit de atención, autismo y varios otros padecimientos más.
En la filosofía CoRe, el estancamiento es la causa de todas las enfermedades; la causa del estancamiento no se refiere exactamente a que hayamos hecho algo equivocado o malo en el pasado, sino a un efecto o a la expresión de la primera ley de la física y de la creación llamada “inercia”. Este punto de vista permite liberar el usual sentimiento de culpa que se adjudica a otras personas, a la industria farmacéutica, a los padres, a la cultura, al medio ambiente y, con más frecuencia, a uno mismo.
La enfermedad, desde este punto de vista, es con frecuencia una estrategia necesaria para que la naturaleza nos dé más vitalidad y reduzca la cantidad de patrones en nuestra vida. Si evitamos las pequeñas enfermedades como el resfriado, la gripa, fiebre, insomnio, dolor de cabeza al tomar medicamentos para combatir estos malestares, -para que nuestro patrón diario de vida no sea interrumpido- la naturaleza debe enviar enfermedades más fuertes y más graves para desacelerar nuestro ímpetu. Incluso debe utilizar la forma más severa para lograr una reconfiguración: la muerte.
Si partimos de este contexto, la enfermedad no es un defecto sino una manera en que la existencia nos regresa al fluir de la vida, nos da más vitalidad y abre nuestro entendimiento a nuevos niveles de experiencia. Siempre que se le utilice de la mejor manera, se torna en una experiencia de transformación que debe ser bienvenida y adoptada. En tanto que exista una tendencia para la inercia, habrá necesidad de enfermedades. Podemos esperar que la necesidad de padecer una enfermedad se mantenga en su nivel mínimo si vivimos activamente una vida que dé poco espacio a la inercia en cualquiera de sus formas (ver párrafos anteriores), tanto como sea posible.
Las modalidades de terapia informativa y energética en el sistema CoRe se enfocan a romper con la inercia en los niveles energético e informativo y así lograr que la enfermedad sea innecesaria.